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Enlaces de interés

Intercambio epistolar entre Julio E. Payró y Luis Seoane

Intercambio epistolar entre Julio E. Payró y Luis Seoane, además de otros intercambios con personalidades de la cultura entre 1951 hasta la década del ’70 donde se hacen referencias a Payró y hay alguna referencia a la obra de su hija Anita. 

58 cartas transcriptas (enlace) 

 

El Epistolario Onetti- Payró: cartas sobre la educación estética de un joven escritor

Recopila la correspondencia que a lo largo de 20 años (1937-1957) dirigió al pintor, historiador y crítico de arte argentino Julio E. Payró (enlace)

 

Retrato intelectual de Julio E. Payró. 1976

Romero, José Luis. “Retrato intelectual de Julio E. Payró”. En Estudios de la Academia

Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, 1977 (enlace)

 

Exposición Transatlantic modernisms. Belgium - Argentina 1910-1958Muzee, Ostende, Bélgica.

Esta exposición explora los vínculos artísticos entre Bélgica y Argentina entre 1910 y 1958. Se centra en una red de artistas que estuvieron directa o indirectamente en contacto entre sí. La exposición se refiere a Julio Payró, quien desarrolló una amistad de toda la vida con Paul Delvaux, el artista belga Víctor Delhez, quien emigró a Argentina tras la muerte de sus padres, y el abogado argentino Ignacio Pirovano, amigo de Vantongerloo y coleccionista de sus obras.

El catálogo de la muestra presenta trabajos de Sergio Servellon, Veronica Tell, Silvia Dolinko, Juan Cruz Andrada, Catalina V. Fara, Camille Brasseur, Maria Amalie García, Maria Filop, Laurens Dhaenens y Adriaan Gonnissen (enlace).

 


 

Julio E. Payró [1899-1971]

Payró pintor

En 1928 Julio Payró abandonó la exposición pública de sus trabajos plásticos, en favor de su actividad como crítico e historiador del arte, pero no dejó nunca su ejercicio en el ámbito privado.  Es interesante constatar que sus estudios y textos dedicados a distintos períodos de la historia del arte y sus textos críticos guardan una relación con el lenguaje plástico empleado en su producción artística. 

 

Payró dedicó una atención especial a los pintores posimpresionistas y sus continuadores, los fauves. Su interés es complejo, pues a la vez que resalta la revaloración del color y la factura personal, destaca la importancia de la dimensión constructiva —incluso apoyada en el color— y la valoración del rigor estructural por parte de aquellos artistas a quienes atribuye un papel central en la revisión de las propuestas impresionistas que en su momento se opusieron a los criterios de representación academicistas.  Su postura guarda cierta ambigüedad en la valoración de la Academia, de la que rescata la claridad estructural. Sostiene una reformulación moderna del clasicismo que busca un orden interesando en representar y en interpretar antes que en reproducir. Las sensaciones tienen aquí un papel central, como lo había formulado Paul Cézanne, pero al mismo tiempo pretendía para ese cúmulo infuso una disposición rigurosa. La fórmula sintética sería: frescura + clasicismo. Este sentido del equilibrio requería una construcción estricta y una luz equilibrada, invariable y neutra que, sin perder la frescura de la marca en la subjetividad, estuviera apartada de los efectos momentáneos que proponían los impresionistas. Esta apreciación a un tiempo sensible y ordenada del mundo remite obras de Joachim Patinir y Nicolás Poussain.

 

Algunos de sus trabajos tempranos, como Paisaje como [1], que representa un villorio de campo, similar a los caseríos rurales entre arboledas y quintas que pintaba su maestro de adolescencia William Degouve de Nuncques, muestra el interés por el orden y la armonía que la luz homogénea nunca quiebra, una representación de la vida en equilibrio que remite a la imperturbable neutralidad de los calmos paisajes nórdicos. Toda la composición se plantea como un delicado orden constructivo de planos coloridos guiados por el rigor estructural, una definición que el propio Payró aplica en su texto Héroes del color (1951)a los paisajes de Cezánne, donde las horas o las estaciones parecen indiferentes. Cézanne, dice Payró, «no le pedía a la naturaleza detalles insignificantes, sino el secreto de sus grandes leyes de equilibrio, su suprema unidad cósmica, su arquitectura grandiosa». 

 

No es una voluntad «documentalista», como podía requerir el realismo, sino una «equivalencia» traspuesta a un orden de planos cromáticos. Hay aquí una tensión característica entre la armonía general, la frescura del discurso plástico y la solidez y simpleza de la estructura, un armazón geométrico explícito apoyado en la segmentación de planos de color local.  La línea tiene un papel organizador en esta articulación de formas simplificadas y cromatismo uniforme.  Este trabajo de la línea caracteriza su producción.

 

En su estudio sobre Paul Gauguin, Payró le atribuye al dibujo y al uso de la línea, un valor sustancial en el distanciamiento intelectual del objeto hacia una representación más espiritual y un modo «de puntualización de la forma». Dice de su propia obra: «Yo simplificaba las cosas que dibujaba o pintaba (...) era afecto a la síntesis».  La crítica periodística comentaba que la obra de Payró resaltaba  sus representaciones «simplificadas y sintéticas» con un «sentido de la línea y del dibujo, grandes trazos y planos sintéticos» y, además señalaba «el don de la estilización» y el sentido plástico decorativo. Payró, en su análisis de los precursores de las vanguardias —en particular de Cézanne— señala constantemente conceptos como la armonía y la estabilidad de las formas o la síntesis y, el papel estructurante de la línea. Estos conceptos eran fundamentos y recursos operativos de su práctica artística. 

 

Otro tema sustancial de su producción escrita y pictórica es el color. En su texto Héroes del color, Payró señala a los pintores italianos del prerrenacimiento, de los hermanos Lorenzetti a Fray Angélico, pasando por Simone Martini y Gentile da Fabriano, por sus «formas netas revestidas de colores brillantes y puros», temas que retoma en su estudio sobre los posimpresionistas. Rescata de las reflexiones de Gauguin el color puro que permitirá recuperar la riqueza armónica desde una perspectiva nueva. Pero hay otra dimensión, que tanto Gauguin como Van Gogh suscriben, la idea de que el color «expresa por sí mismo» juicio que implica tanto la dimensión de su carácter simbólico como la de su valor sugestivo. Un crítico señaló en una de sus obras tempranas el uso de colores saturados planos como los fauves, «color que habla, la explosión vibrante de las flores». Este tratamiento perdura en sus obras con flores a largo de toda su producción [2] [3]. En cierta forma era un volver al origen, al primitivismo que el desarrollo del Renacimiento había desvirtuado. 

 

Hacia los años 40 sus trabajos acusan un tratamiento donde prima la geometría en un camino hacia la abstracción. En los años ’60 se harán presentes en sus imágenes las influencias de Torres García y del cubismo. La crítica de la época encontraba en sus pinturas el oficio de un joven prometedor. Naturalezas muertas, paisajes y composiciones con figuras constituyen los temas de su producción en los que, en general, se destaca el uso de colores vibrantes [4] [5].

 

En el momento de encarar sus realizaciones artísticas Payró, formado en la Bélgica aislada durante la primera guerra, conocía apenas las obras de los posimpresionistas sobre los que luego escribirá. Es decir que su proceso plástico surge de modo espontáneo como parte de su integración al contexto cultural del momento, no como la actitud de un epígono, de un seguidor de los ya consagrados artistas del momento. Su enorme labor como estudioso, crítico y difusor del arte estuvo íntimamente ligada y fundada, no solo en su afán por el conocimiento y la interpretación de las formas artísticas, sino también en su conocimiento práctico y su vital amor por el arte y las formas de expresión de los nuevos modos de vida, que fueron los impulsos de ese afán de conocimiento.  En tiempos en que la producción histórica sobre arte y la crítica adoptan a menudo un carácter libresco en el que las obras importan en primer lugar para exponer o confirmar circunloquios teóricos o perspectivas ideológicas, la fresca, directa, erudita y vigorosa aproximación de Payró al estudio del arte, partiendo de sus propias experiencias, gustos y puntos de vista es una invitación a una forma de trabajo más fructífera y enfocada